viernes, 6 de junio de 2014

PAGINA 7

Karmelynda Valverde

Libertad de expresión…¿libertad de extorsión?


 La libertad de expresión forma parte de los Derechos Humanos de las persona;  está protegida por la Declaratoria Universal de 1948 y las leyes de todos los estados democráticos.  El derecho a la libertad de expresión está ligado a la libertad de prensa, que es la garantía de transmitir información a través de los medios de comunicación social, sin que el Estado pueda ejercer un control antes de la emisión.

En mi tenocha país la libertad de expresión se remonta a los tiempos de don Benito Juárez, quien legisló para que la cuatitud mexicana se pudiera expresar libremente; pero fue el entonces presidente Miguel Alemán Valdéz, quien estableció en el año 1951, el 7 de junio como el ‘’Día de la Libertad de Expresión’’.
Lamentablemente, en nuestro país, no son pocos los compañeros periodistas que han perdido la vida al ejercer su derecho a la libertad de expresión. Y por desgracia mi pozolero estado no es la excepción. Varios compañeros han sufrido a través de los últimos 15 años, desde intimidación, amenazas, secuestro…¡hasta asesinatos!.  Triste y dolorosa realidad.
Si, hoy se celebra en mi México lindo y querido, la libertad de expresión, pero neta, neta, hay muy poco que celebrar…al menos aquí en mi pozolero, chilenero y mezcalero estado: por un lado está el reciente asesinato de Jorge Torres Palacios, y por otra,  la muerte de  Rodrigo Huerta Pegueros, pero si no hubiera que lamentar la desaparición física de estos destacados comunicadores, tampoco habría nada que festejar. No es sólo la censura, la persecución, la tortura y la muerte lo que ha venido lacerando al gremio periodístico guerrerense, sino el envilecimiento que los mismos periodistas (y aprendices de) hemos venido haciendo del ejercicio periodístico, al confundir en primer lugar la libertad de expresión con un incontrolable y cínico libertinaje, escudándonos en nuestra noble y valiente profesión, para convertirnos en embozados extorsionadores, rigiéndonos por la chafa premisa del ‘’si no me pagas te pego’’.
Hemos acorrientado el periodismo al andar mendingando a funcionarios y políticos unas cualilas, como teporochitos ansiosos por un buche de alcohol del 96, para curársela. Nos hemos convertido en grotescos pedinches, exigiendo chayos a diestra y siniestra, so pena de írnosle a la yugular a cualquiera que se no acepte darnos la mochada exigida. Hemos llenado de verguenza al periodismo, al comportarnos como winzas de pueblo, prostituyendo nuestra pluma y poniéndola al servicio del mejor postor. Hemos  envilecido al periodismo sin ningún rubor, manejando la info que nos llega no para bien informar a la sociedad, sino para intimidar y amenazar a funcionarios y gobernantes. Nos hemos convertido en patéticos mercachifles talibanescos, y tantito ‘’pior’’, en enemigos de nuestros mismos compañeros periodistas, privilegiando la falta de solidaridad, la envidia, el egoísmo y la desunión entre nosotros.
El respeto por uno mismo comienza con el respeto a los demás. Y nosotros hemos perdido el respeto por lo demás, enredándonos en la falsa bandera de la libertad de expresión. Cuando hasta los sistemas judiciales y la sociedad, reconocen límites a la libertad de expresión, particularmente cuando ésta se antepone a otros valores.
Si bien es cierto que ante la fuerte influencia que el periodismo posee en la sociedad, se le considera por ello ‘’El Cuarto Poder’’ , no nos da esto el ídem para utilizar un medio, una credencial, o un chaleco beige, para intimidar, amenazar y ¡hasta extorsionar!
Es tiempo de reflexionar y retomar valores en el ejercicio del quehacer periodístico. Es tiempo de dignificar nuestra fuente de trabajo. Pero sobre todo, es tiempo de asumir nuestra tarea de comunicadores y despojarnos de las prácticas delincuenciales. ¡He dicho!.


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